museoviviente.jpg

Quito, la primera ciudad en ser declarada como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, quiere ser un museo viviente, donde la rutina diaria sea el «valor agregado» que atraiga la mirada de los turistas y el corazón de los ecuatorianos.

Y es que el municipio ha constatado que al turismo de las visitas a grandes monumentos y recorridos por hermosas y coloniales calles le faltaba el «calorcito» de la cotidianidad: de las comidas, de los juegos, de las tradiciones, de las conversaciones, de la gente.

Es decir, cuando al turismo no solamente se lo trata como una actividad para mostrar «algo frío», sino que se le involucra a la gente, lo que le da «un valor agregado enorme y la gente se lleva un criterio mucho más rico», dijo Luz Elena Coloma, gerente de la empresa municipal Quito Turismo.

«Somos lo que somos y hay que encontrar el valor en lo que somos y en lo que hacemos para mostrarlo con orgullo», aseguró, al referirse a Quito como «una ciudad de luz, de Dios, con mucha potencia».

«Quito no tuvo plata (dinero) para hacer eso, entonces no se arrasó», es decir, «nos quedamos tal cual porque fuimos pobres y luego porque nos cayó un terremoto que nos dio la plata», pues la destrucción de la mayor parte de las iglesias del centro obligó a la creación del Fonsal y la asignación de recursos para la restauración.

Via | Informador
Foto | Revistalas

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el permalink.